Ellos nacieron el 10 de junio del año 2000 como escuela de fútbol, en las 370 viviendas - segunda etapa - del distrito de Alto Comedero (Jujuy). Luego, de golpear varias puertas consiguieron ayuda para construir un salón con baños y duchas para los niños y adolescentes que realizan la práctica deportiva. El profesor Jorge Jurado y un pequeño futbolista describen la experiencia de integrar una escuela deportiva.
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martes, 7 de mayo de 2013
sábado, 4 de mayo de 2013
Rápido y furioso
Los vecinos están cansados de los continuos accidentes y de los vehículos a alta velocidad en la avenida Marina Vilte del sector B 6 e Industrial del distrito de Alto Comedero. Firmaron un nota para solicitar la instalación de semáforos al intendente de la capital jujeña, Raúl Jorge.
“Busco a alguien que me ame”
Por Hermana Marta Mercedes
meiermarta@hotmail.com
“Hace unos días, he estado visitando un
Hospital que atiende la Salud Mental. Una joven, esperaba ansiosa la visita de
los miembros de su familia. Había soñado que su madre no estaba bien. Entonces
quería confirmar dos cosas: la primera, que su mamá seguía viva, la segunda,
que la amaban y por lo tanto, que la vendrían a visitar y si era posible, a
buscarla…”
Este y otros hechos con los que me
encuentro diariamente me llevan a considerar el origen y el transcurso de la
vida humana como una gran búsqueda. Nuestra condición humana nos hace seres
necesitados, y por ende buscadores: de amor, de confianza, de comprensión, de
reconocimiento, de escucha, de sentido, de conocimiento, de felicidad, etc.
El punto de partida de la búsqueda es el mismo
instante de la concepción. En el momento en que el óvulo y el espermatozoide se
hacen uno para dar vida al nuevo ser, ya se instala desde el seno materno la
inherente necesidad de ser alimentado, cuidado y esperado, en una palabra
“amado”. En ese mismo instante, comienza a establecerse el vínculo madre-hijo y
simbólicamente padre-hijo. Este vínculo, desarrollado a través del cuidado de
sí que tiene la madre, de los controles periódicos, de la aceptación incondicional,
más allá de que el embarazo haya sido o no programado, de la espera gozosa o
no, es ya percibido por el feto. El nacimiento es entonces el encuentro entre
el bebé y este mundo. Y este encuentro, es representado directamente por el
ambiente natal, es decir, por los allegados: madre, padre, familia, profesionales
que lo atienden, entorno en general.
Al nacer, la percepción es el primer modo
de conocer que el bebé tiene para captar el ambiente y recibir información del entorno. Esta información, llega luego
a los sistemas sensoriales y le permiten formarse una representación de su
entorno. Estos primeros datos quedan registrados en su mente a nivel
inconsciente y generan a lo largo de la vida cierta influencia en gestos y
actitudes.
En consecuencia, a través
de la percepción y de los cinco sentidos, el niño percibe las emociones y
relaciones positivas o negativas y el afecto. Al niño no le significan nada
palabras abstractas y vacías de contenido como “hay que amarlo”, “hay que
aceptarlo”. El niño comprende los gestos tales como: la mirada entrecruzada
entre él y su madre cuando lo amamanta, la ternura con que lo bañan y le
cambian el pañal, la voz con que le dirigen una palabra aunque no la entienda,
pero que escucha como murmullo o tono musical, la amabilidad con que se lo toma
en brazos, se lo acuna, las relaciones existentes en el ambiente. El niño puede
percibir la paz, el silencio, las relaciones placenteras y serenas entre sus
padres y en el ambiente familiar. Asimismo capta la ausencia de relaciones - que
usualmente llamamos indiferencia- o las relaciones violentas ya sean éstas de
carácter verbal, gestual o agresiones directas. El niño respira, percibe las cosas
que los papás hacen por él y también las omisiones en el cuidado y en la
acogida.
La aventura de la vida
¿Qué es indispensable que
el niño aprenda o asimile en sus primeros años de vida? En primer lugar la
experiencia de ser mimado y amado en expresiones concretas, en cuidado, en
protección, en la satisfacción de sus necesidades vitales básicas, a fin de que
luego el pueda ser capaz de amar. En segundo lugar, en cuanto al entorno; el
niño debe percibir que el ambiente es digno de confianza, y que en este, él se
puede mover con seguridad y puede empezar a desplazarse y desplegar su vida.
Con esto decimos a empezar a caminar, a balbucear, a intercambiar la cuchara de
alimento, a toquetear lo que encuentra, a investigar haciendo travesuras, a
aventurar la vida.
Y el adulto ¿qué puede
hacer ante la llegada sorpresiva de un niño y su desafiante presencia? Me
atrevo a decir que para el adulto, ese es el momento de la opción. Él adulto puede optar libremente qué pasos
dar. ¿Porqué no mirar ese acontecimiento como una oportunidad para comenzar a
escribir un nuevo capítulo de su vida? También el adulto puede aprender otro
camino de comunicación renunciando al mutismo, a la indiferencia, al control, a
la agresión y a la violencia y así, desde sus propios recursos personales
comenzar a potenciar su capacidad de amar, el dominio de sí mismo, el diálogo,
la compasión, la bondad y la ternura, la capacidad de responsabilidad, de
hacerse cargo de otro y la reciprocidad en el amor. Entonces el intercambio de
relaciones entre adulto y niño y de adultos entre sí, enriquecerán la búsqueda
y la necesidad que todos tenemos de ser amados.
Desde esta perspectiva, cada uno podrá decir “tengo a alguien que me ama” y a su vez experimentar que “soy alguien capaz de amar”.
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